El fracaso del modelo educativo tradicional
El fracaso del modelo educativo tradicional en la era contemporánea, es consecuencia de su limitada visión pragmática conformada por una nula o escasa influencia de los grandes avances tecnológicos que ha atravesado la sociedad moderna.
Y es que, este modelo contempla el rol docente con un papel activo, el método tipo conferencia, el alumno como un ente pasivo y la información, que son los contenidos a ser expuestos.
El mismo, sin muchos elementos adicionales y que no toma en cuenta explícitamente las necesidades sociales ni la intervención de especialistas ha agotado su trascendencia.
En relación a esto, el experto en pedagogía educativa Robert Swart develó que la sociedad en general no sabe usar su mente, y esto se debe, principalmente a la escuela del siglo XXI, donde se enseña a memorizar, pero no a razonar y a pensar de forma crítica.
El catedrático sostiene que entre un 90 y 95% de la población mundial no sabe pensar adecuadamente. Y que poca gente en el planeta ha aprendido a pensar de forma más amplia y creativa.
Pero… ¿Que son los modelos educativos?
Los modelos educativos no son más que una síntesis o recopilación de diversas teorías y enfoques pedagógicos. En otras palabras, un esquema conceptual por medio del cual se representan las partes y los elementos de un programa de estudios.
Entre los paradigmas más significativos están el conductista cuyo concepto de aprendizaje se basa en que el docente entrega un estímulo y el alumno da respuesta. Por lo tanto, el alumno es un aprendiz y el profesor un expositor.
El humanismo donde el aprendizaje se genera a través de un diálogo con el profesor, pues este es un guía y el alumno es activo dentro del proceso ya que busca su propio conocimiento.
Y el cognoscitivismo, el cual se centra en la organización del conocimiento y la realización de tareas complejas, pues el aprendizaje se realiza a partir de los conocimientos anteriores del alumno.
¿Qué ocurre entonces con el modelo tradicional?
Las aulas de hoy continúan siendo las mismas de hace 70 años, omitiendo que una de las grandes transformaciones tiene que ver con la manera en la que circula el conocimiento en la actualidad.
Pues, en el pasado la principal fuente de aprendizaje y de descubrimiento intelectual era la escuela, cuya crisis escolar está dada por los profundos cambios ocurridos a lo largo de la ultima parte del siglo XXI.
En consecuencia, se produjo una pérdida del monopolio que tradicionalmente tenía la información, ya que hay más fuera que dentro de la escuela.
Por lo tanto, esta crisis educativa se ha acentuado debido a que el sistema educativo de toda la vida no logra interesar a alumnos que han crecido en un entorno diferente.
Dicho de otro modo, educamos a los niños con ideas del pasado para un mundo que está en constantes cambios.
Por lo tanto, hasta que no haya una verdadera revolución pedagógica en el modelo tradicional, no habrá reformas sustanciales. Y estos son 5 aspectos que lo impiden.
1.- Alienta actitudes pasivas: No se estimula el sentido crítico ni la iniciativa propia. Esto hace que cuando se le da un grado de libertad al alumno, este no sabe qué hacer.
2.- Destruye la creatividad: Todos estudian las mismas materias bajo las mismas expectativas, sin que se tengan en cuenta las peculiaridades ni talentos de cada estudiante.
3.- Estandariza habilidades: El valor de un estudiante no debe ser reducido a una calificación. Esto hace que se tergiverse la concepción general sobre su potencial.
4.- Coloca la teoría delante de la práctica: El conocimiento es adquirido viendo una pizarra, oyendo al profesor y copiando, y no son llevadas a la práctica real las habilidades.
5.- Trunca la innovación: Triunfa el que acumule más conocimiento y optimice su rendimiento por eso la pedagogía convencional está diseñada para la memorización.
Para concluir
A pesar de que la formación docente es enormemente reconocida en todo el mundo, es aún de suma utilidad como base pedagógica.
Por esta razón es fundamental empezar a trabajar en los cambios. Actualmente vivimos en la economía de la innovación y necesitamos ciudadanos realmente motivados con capacidades creativas, personas independientes y preparadas para la vida.
“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuero, involúcrame y lo aprendo”. – Benjamín Franklin.
